jueves, 19 de julio de 2012

28/10/2011 La cuna de Fidel, Holdin



Que sorpresa, esta mañana tenía una carta escrita con perfecta caligrafía y por las dos caras de Damián.

Iba adjunta una tarjeta de prepago de teléfono para, según dice la carta, que le llame si necesito algo o tengo algún problema o si voy a La Habana.

Me ha llamado la atención la facilidad que tienen los cubanos e manifestar sus sentimientos, reales o imaginarios, sin ningún pudor.
En eso somos muy diferentes los españoles que damos por supuesto que los demás ya lo saben y nos daría vergüenza expresarlos verbalmente o por escrito.


En la carta me da las gracias por haber aceptado su compañía salvándole de la soledad y el aburrimiento que le mata.
Dicho así parece broma pero supongo que es una forma fotonovelada de expresar algo parecido a lo que sentí yo anoche, necesidad de hablar con alguien que no busque que le resuelva la vida.

Me pide que le explique mis andanzas por el mundo para poder vivirlas él también y me agradece el libro que le regalé en el que le puse una dedicatoria en que acaba diciendo “gracias por llamar” que le ha gustado mucho.


Se despide recordándome que no solo tengo un amigo sino que tengo familia en Cuba con él.
Un poco exagerado para haber estado unas horas hablando y encima de nada personal, solo de Cuba y su futuro.
De todas maneras me conmueve y se lo agradezco.


Esta mañana he recorrido las calles que vieron nacer a Fidel en bicitaxi. Pupi, el taxista, me ha convencido de que llevarme a mí no sería un gran esfuerzo para sus piernas acostumbradas a pedalear llevando incluso a dos personas a la vez.

Esta ciudad no es tan aparente como las anteriores visitadas pero se ve muy activa y bien dotada. Veo que los comercios están bien equipados con mercancías que ya no son solo para turistas como hace veinte años.

Hay colas para entrar en los restaurantes y también para entrar en algunas tiendas ya que limitan el aforo a pocas personas a la vez, supongo que para evitar posibles hurtos.


En una que había suvenires con cola de cubanos en la puerta para acceder. Me vinieron ganas de entrar a ver si encuentro el parche de la bandera cubana para mi maleta.

Fue un gran acierto, no estaba el parche pero ante mis ojos ha aparecido un libro de Umberto Eco que no había leído “La isla del día de antes” me ha hecho mucha ilusión pues es uno de mis escritores preferidos (después de Saramago, claro) y como aquí en Cuba fomentan la lectura solo me ha costado el equivalente a un euro.


La piscina del hotel es enorme y hay mucho ambiente. He estado nadando un buen rato para refrescarme y hacer ejercicio. Noto que ya no aguantaría los 1000m diarios que me hacía cada día.
He perdido fondo.


Pupi me ha encontrado un amigo para llevarme a Guardalavaca mañana por menos precio del habitual. Es un encanto, me ha dicho que salga un rato a la noche a charlar con él en la puerta del hotel.

He hablado con Carlos por teléfono, le comuniqué que estaba en Cuba y como tenemos un amigo común aquí, esperaba que se pusiera en contacto conmigo para darme su teléfono.
Me ha dicho que tuvo una caída en la moto y que perdió el conocimiento. Tiene fracturadas algunas costillas.

Me ha dado el teléfono de Georgina que me dará el teléfono de Juanito. A estas alturas no sé cómo lo haré para visitar a ambos ya que en La Habana solo estaré un día antes de irme pero como sus deseos son ordenes para mi haré lo posible y lo imposible por localizarlos y visitarles.

Lo siento por mi nuevo amigo Damián que no me dará tiempo a verle y eso que me ha dejado la tarjeta prepago para que le llame.

Bueno, eso será otro día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario