jueves, 19 de julio de 2012

4/9/2011 Jaisalmer, Rajastan. India



El castillo fortaleza de Jaisalmer de color ocre como la tierra que lo rodea, construido con piedra de arena emerge de la gran llanura de forma magistral dando una imagen de cuento de las mil y una noches.
Está en una zona desértica, el gran desierto de Thar. La ciudad a sus pies compuesta principalmente de comercios callejas estrechas donde los coches compiten con las motos abriéndose paso a bocinazos, vacas paseando a sus anchas en medio de la calzada o robando comida en los comercios o protegiéndose de la lluvia en pasadizos cubiertos.

Las casas de dentro de la fortaleza donde vive una gran parte de la población también construida con piedra arenisca color miel que le llevó al sobrenombre de la ciudad dorada.


Aterrizados ya en nuestro hotel que en la guía venía destacado como muy limpio y que no supimos apreciarlo como tal, fuimos a pasear por las tortuosas callejas que conducen a la fortaleza asombrados de la cantidad de vacas y cabras campando a sus anchas por todas partes  comiendo escombros.
La cantidad de estos por todas partes que mezclados con las deposiciones de las vacas y el agua de la lluvia que había caído anteriormente dejaban la calzada resbaladiza.


Qué hermoso es ver a la gente llevando a cabo sus quehaceres cotidianos puertas abiertas, el que afeita, el que cose, la mujer que vende especias con su hermoso sari de vivos colores, los mozos que se alegran de ser el objetivo de mi cámara de fotos y como niños compiten por posar………………..Todas esas cosa que hacen que la vida cotidiana se llene de color.


Un padre anima a su pequeño a que me salude en inglés lo que él hace tímidamente, le ayudo a perder su vergüenza habiéndole algunas fáciles preguntas, le estrecho la mano, le hago una foto que luego le enseño lo que le complace.
Pienso que lo que quería el padre es que el niño aprenda a relacionarse con gente diferente al entorno habitual.


El cambio de paisaje muy favorable comparado con la loquería y destartalo de Delhi.
Cenamos en la azotea de un hotel castillo precioso construido con el mismo tipo de piedra desde el que contemplamos el atardecer acompañada de un magnifico asado de pollo con una helada y refrescante cerveza.


He quedado gratamente impresionada del paisaje.
Hemos concertado una expedición de tres días a camello por el desierto visitando aldeas del entorno y durmiendo en dunas.
Después del viaje en tren de la noche anterior y la caminata por la ciudad de hoy he cogido la cama con placer.

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