jueves, 19 de julio de 2012

6/9/2011 Jaisalmer, el castillo de arena, India



La visita guiada por audífono en español facilitó mucho la comprensión de la historia de Jaisalmer y su fortificación en pleno desierto. Fue construido por Jaisal 1156 por estar emplazada en las rutas comerciales que unían India con Asia.


Las vistas desde el palacio son impresionantes, hay armonía en el paisaje que se integra a la perfección con el desierto que lo rodea.


Las Havelis o casas de los comerciantes adinerados en las estrechas y tortuosas calles dentro de la muralla compiten en belleza entre ellas, utilizando los mismos materiales areniscos de construcción que el resto del fuerte.


El enorme lago artificial de Gadi Sagar sirve de depósito de agua para las épocas más secas.
Las lluvias no son abundantes en esta zona del Rajastán, pero parece que nosotros hemos atraído la lluvia pues no ha parado de llover en estos tres días, la gente se alegra de ello.
Yo en parte también pues no hace tanto calor pero las calles embarradas y con excrementos mojados son menos transitables.


En la visita al fuerte un padre con su hijo han posado para mí después de llevar una sencilla conversación con el niño en ingles. Veo que tienen interés de que sus hijos se relacionen con los turistas y hablen inglés
El recorrido por el fuerte nos ha tomado toda la mañana. Hemos comido en una terraza con vistas al fuerte donde un arroz frito con verduras me ha hecho pasar un trayecto de bus hacia Udaipur con algo de malestar.
No tenemos escusas de no saber qué pasa en los desplazamientos en carretera con bus en la India. El Lonely Planet avisa que es para masoquistas y adictos a la adrenalina. Lo que no avisa es que en un trayecto de 15h las visitas a los servicios pueden llegar a amargar la existencia.


En la mayoría la higiene deplorable por supuesto y malolientes pero el colmo fue en una gasolinera donde al preguntar por el lavabo me indican donde está llamándolo “open toilet”
Me quede pensativa mientras me dirigía allí del significado de esas palabras extrañándome que las tengan abiertas pero no era ese el significado.
El significado de open toilet era que no tenia paredes, bueno, solo una, ni puertas claro. Tenias que hacer tus necesidades junto a un muro con los excrementos (no de vacas) en el suelo y a la vista de cualquiera que pasase por ahí.


Dos francesas estaban pasando de todo por aquello de que es mejor hacer “de tripas corazón” que estar el resto del viaje aguantando la vejiga llena, como era oscuro hice como ellas con mucho asco.

El otro siguiente retrete a las 4 horas de viaje era una habitación, con puerta, eso sí, pero con un solo desagüe en un rincón, algo obturado por haber sido visitado ya por muchas personas a lo largo del día.
Ese fue el colofón. Era tan nauseabundo el olor, que la comida que no me sentó muy bien trataba de abandonar mi cuerpo. Me sentí desfallecer con nausea, sudor frio y bajada de tensión.

Vi a los franceses sentados en una mesa, me dirigí hacia ellos y dejándome caer en una silla les dije que me sentía muy mal. Me dieron una servilleta humedecida en colonia para limpiarme el sudor frío y un antiemético que llevaban en su mini botiquín.

Se me fue pasando poco a poco por lo que me vi capaz de llegarme por mis propios medios hasta el autobús que llamaban para seguir viaje. Me encontraba ya mucho mejor.


En el bus íbamos en las camas altas, debajo de nosotros estaban los que iban sentados y en los pasillos repletito de autóctonos de pie apelotonados. El bus hacia recorrido entre los diferentes núcleos urbanos del Rajastán cogiendo y dejando pasajeros sin límite de aforo.
Me juré que nunca más cogería un bus en la India para mis desplazamientos, mucho mejor ir en el tren.


Esta fue la parte mala que duró poco, la verdad es que el viaje fue cómodo estirada en la litera y ameno pues tenía ventanales donde dominaba el entorno a una cierta altura que me permitia poder disfrutar de la visión de las actividades de la gente en los pueblos que íbamos cruzando.

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